Un cortejo amoroso por correspondencia: San Pedro, Coahuila 1924-1925.

Un fondo documental destacado para entender cómo se presentaba un cortejo en las primeras décadas del siglo XX en la Comarca Lagunera es el de Jesús Sepúlveda Garza y Luisa Chapa Elizondo, jóvenes que se conocieron en San Pedro, Coahuila. El acervo consiste en las cartas que intercambiaron entre 1924 y 1925, cuya copia se encuentra en el Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza, SJ., (Fondo 146 Familia Sepúlveda-Chapa) en las que se incluyen comunicaciones entre los padres de ambos, ya que en ese momento los cortejos incluían la intervención y aprobación paterna. En tan sólo nueve mensajes puede observarse todo el ritual que debieron seguir para llegar al matrimonio. Este tipo de documentos no es tan común. La historiadora Patricia Seed recuerda que no resulta fácil analizar prácticas como la seducción porque “…son muy escasas las descripciones que hombres y mujeres hacen de sus emociones, más aún en las sociedades hispanoamericanas poco alfabetizadas”. 1Patricia Seed en Pilar Gonzalbo y Cecilia Rabell, La familia en el mundo iberoamericano, México, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, 1994, pp. xx

En los cortejos, pasados o actuales, pueden identificarse los códigos culturales que se siguen para conseguir una relación amorosa. En este “…proceso progresivo o de negociación entre dos personas con distintos objetivos y estilos personales […] se hacen presentes estrategias, expectativas o dificultades en la conquista”. 2Freddy Andrés Ponce Valdivia y Bismarck Pinto. “Cortejo amoroso en un grupo de jóvenes varones de la ciudad de la Paz”. Ajayu vol.16, núm. 1, La Paz, marzo 2018, p. 128. Entre los elementos que se pueden observar en los cortejos están las formas permitidas de intimidad, así como de expresión de la afectividad y sexualidad; los modelos disponibles que tiene una pareja para establecerse a corto, mediano o largo plazos; los roles de género asignados a cada miembro y la posible intervención de otras personas o grupos en la elección de pareja. Niklas Luhmann, quien no estudia al amor como un sentimiento sino como un código simbólico o clave, dice que éste “informa de qué manera puede establecerse una comunicación positiva, incluso en los casos en que esto resulta más bien improbable”. 3Niklas Luhmann. El amor como pasión. Península, Barcelona, 1985, p. 10.

En esta comunicación de la Bitácora mostraremos la correspondencia en la que quedó plasmado este cortejo y ofreceremos elementos para entender el ritual en su momento histórico. Pero antes daremos un brevísimo contexto de cada miembro de esta pareja y del lugar en el que se conocieron: San Pedro, Coahuila.

Estación de ferrocarril de San Pedro, Coahuila
Imagen: Patrimonio Ferrocarrilero, Sistema de Información Cultural México

Luisa Chapa Elizondo

Luisa era originaria de Villa China, Nuevo León. El municipio en el que se encuentra este lugar, que lleva el mismo nombre, se encuentra entre Monterrey y Reynosa, Tamaulipas. El municipio contaba, hacia 1900, con 4,972 habitantes. 4Secretaría de Fomento, Colonización de Industria. Censo de 1900. Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1901, s/p Los padres y abuelos de Luisa también habían nacido ahí. Su abuelo paterno, Plutarco Chapa, era “criador”, y a este mismo oficio se dedicó Liberato, su papá. Es una zona conocida por su dedicación a la cría de ganado bovino.

China, Nuevo León.
Imagen Google Maps, 3 de marzo de 20201

Liberato Chapa se casó con Francisca Elizondo, madre de Luisa, en la parroquia de China en 1899: él tenía 20 años, ella 16. Mediante la exploración de fuentes documentales del registro civil, identificamos a los 10 hijos de esta pareja, todos nacidos en China entre 1900 y 1915: Pedro (1900), Liberato (1902), Luisa (1904), María de los Ángeles (1906), Francisco (1907), Epitacio (1909), Amalia (1911), Liberato Sotero (1912), Marcos (1914) y Calixto (1915). Sin embargo, varios de ellos fallecieron muy tempranamente por infecciones y viruela. Así ocurría a principios del siglo XX en México: la mitad de los niños morían durante su primer año de vida 5González Navarro, Moisés. “La vida social” en Cosío Villegas, Daniel (coordinador). Historia Moderna de México. El Porfiriato. Editorial Hermes, México, 1957, p.47 de enfermedades que hoy son curables o prevenibles mediante vacuna, y en esta familia no hubo excepción: los pequeños María de los Ángeles, Epitacio y Calixto fallecieron de “fiebre intermitente” entre los cuatro días de nacida, la primera, y los seis y siete meses, los segundos. Marcos, de viruela, a los dos años. Es probable que el primer hijo llamado Liberato haya perecido también, pues se acostumbraba que si alguno moría se le ponía el mismo nombre a alguno de los que nacían posteriormente.

¿Por qué decidió don Liberato Chapa migrar a San Pedro de las Colonias? No lo sabemos, pero es probable que la razón haya sido para mejorar la economía familiar mediante un cambio de actividad (en San Pedro se dedicó al comercio de ropa), y quizá también en búsqueda de mejores recursos de salud para su familia, ya que sus cuatro o cinco hijos fallecieron en China. Quizá se animó por invitación de alguno de sus paisanos que ya radicaban aquí: el censo de 1930 muestra que había un grupo de neoleonenses dedicados a diversas actividades y oficios.

Y es que, a pocos años de su fundación como villa 6Se considera que San Pedro de las Colonias es una de las más antiguas poblaciones de la Región Laguna. El 20 de abril de 1873 se le concedió la categoría de Villa a esta colonia agrícola. Fue reubicada al sitio actual en 1874, para prevenir las inundaciones. Periódico Oficial del Estado de Coahuila, Tomo CXXIV, núm. 63, 8 de agosto de 2017 San Pedro comenzó a ser un lugar de importancia: “En 1878, tenía una población de 4, 621 habitantes y era el centro de distribución y toma de decisiones de la zona baja del río…”. 7William K. Meyers. Forja del progreso, crisol de la revuelta. Gobierno del estado de Coahuila, INEHRM, Universidad Iberoamericana, Instituto Estatal de Documentación, México, 1996, pp. 121 y 122 Pero en la siguiente década, dice William K. Meyers, algunos empresarios de Parras y Saltillo “convirtieron a San Pedro en su cuartel general”. En 1900 la población tenía 9, 000 habitantes, pero todo el municipio tenía siete veces más población que el de China, Nuevo León 8Secretaría de Fomento, Colonización e Industria. Censo y división territorial del Estado de Nuevo León. Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1904, p.8 El detonador principal de este crecimiento había sido el ferrocarril. Los hacendados de San Pedro hicieron gestiones para que un ramal del ferrocarril Internacional los conectara a Torreón, lo que sucedió en 1898, (William K. Meyers, Op. Cit., p. 122).

En los años veinte, ya con categoría de ciudad, San Pedro ofrecía muchos servicios, sin dejar de parecer un pueblo 9William K. Meyers, Op. Cit., p. 123 lo que quizá representaba un atractivo para quienes venían de poblaciones más pequeñas. Dice Meyers que era conocida “…como ‘la pequeña ciudad de los grandes capitalistas’. Tenía escuelas, hospital, catedral, escuela de música y un centro social que satisfacían las necesidades de los grandes y de los pequeños propietarios”, 10William K. Meyers, Op. Cit., p. 122 por esta razón, agrega, “La ciudad atrajo una población de clase media formada por comerciantes, mercaderes, administradores y oficinistas, junto con arrendadores de las tierras agrícolas de los alrededores y algunos abogados y doctores”. 11William K. Meyers. Op. Cit., p. 121. Desde la perspectiva de la nieta de Guillermo Purcell, quien elaboró un relato basándose en las cartas de su abuelo, “San Pedro era caliente y polvoriento, pero en años de cosecha normal, vivía una enorme agitación que sacaba al lugar de su letargo, gracias a la actividad de las plantaciones de algodón. Miles de familias venían de otras partes del país para la cosecha y dormían a cielo raso. El perfume del algodón recién pizcado, invadía la ciudad…”. 12Mamie Charlton. La vida de Guillermo Purcell 1844-1909. CESHAC, México, 1997, p. 192

Así, la familia Chapa seguramente llegó en búsqueda de mejores condiciones de vida y Luisa, sin saberlo de antemano, conocería aquí a un pretendiente.  

Jesús Sepúlveda

Jesús María también era neolonés, pero de Villa de García, ubicado en el centro-norte del estado, cercana al límite de Coahuila. En cuanto a su población, los municipios de Villa de García y China eran prácticamente iguales en 1900: ambos tenían alrededor de cinco mil habitantes. 13Secretaría de Fomento, Colonización e Industria. Censo y división territorial del Estado de Nuevo León. Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1904, p.8

Villa de García, Nuevo León
Imagen Google Maps

Los padres de Jesús, Isaac Sepúlveda y Mariana de Jesús de la Garza, se habían unido en matrimonio cinco años antes que los de Luisa, en 1894, y cuando se casaron eran menos jóvenes que ellos: él tenía 25 años, ella 20.  Los abuelos maternos y paternos de Jesús también eran originarios y residentes de Villa de García, de oficio labradores, actividad que Isaac heredó.

La pareja formada por Isaac y Mariana tuvo nueve hijos entre 1895 y 1917: 14Al menos son los identificados en actas del registro civil: Jesús, el mayor, nació en 1895, luego siguieron María Elvira (1897) —más adelante veremos que se casó con un hermano de Luisa Chapa— Ambrosio (1898), Cornelio (1903), Salomón (1905), Concepción (1906), Pedro (1908), José Cleofas (1912), Eulogio (1915) y Carlos (1917). Este último falleció a los ocho meses de colitis aguda y dos hijos más perecieron en su adolescencia y juventud: Cornelio, de 14 años, murió de tifoidea, y María Elvira, de 30 años, de infección intestinal.

El censo de 1930 nos indica que la familia Sepúlveda-Garza radicaba en San Pedro, Coahuila, pero seguramente fue a raíz de que Jesús migrara hacia este lugar unos años antes. Es probable que Jesús llegara a trabajar en la Hacienda El Burro, de Guillermo Purcell, o bien en la panadería La Popular, de don Macario Fuentes, ubicada en San Pedro. Esas son las dos direcciones que se observan en las cartas que envió a Luisa en 1924 y 1925. Por su parte, don Isaac, ya en 1930, registró que vivía en la calle Victoria, acompañado de su esposa, doña Mariana, y de sus hijos Salomón y Concepción, así como algunas otras personas no reconocidas hasta el momento, entre ellos Francisco P. Garza, sacerdote. Para 1930 —cinco después de los acontecimientos que relataremos— San Pedro era la tercera localidad más poblada en todo el estado de Coahuila. De hecho, tres de las cinco urbes con más habitantes en el estado (Torreón, San Pedro y Matamoros) pertenecían geográficamente a la Comarca Lagunera (ver cuadro). 15Secretaría de la Economía Nacional. V Censo de Población, 15 de mayo de 1930. Estado de Coahuila, p. 16

                                          Estado de Coahuila, Censo 1930, municipios con mayor población 16Secretaría de la Economía Nacional. V Censo de Población, 15 de mayo de 1930. Estado de Coahuila, p. 16

Torreón74, 906 habitantes
Saltillo66, 609 habitantes
San Pedro44, 158 habitantes
Matamoros20, 278 habitantes
Parras20, 019 habitantes

Puede afirmarse que había un gran flujo migratorio del interior del país hacia la Comarca Lagunera. A San Pedro de las Colonias llegaron personas oriundas de muchos estados, seguramente motivados por la bonanza de la región y gracias a las nuevas formas de transporte. Los había de Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Jalisco, Aguascalientes, Tamaulipas, Querétaro, Chihuahua, Michoacán, Nayarit, de México y Nuevo León. También algunos extranjeros de España y China.

El nuevo medio locotomor no sólo transportaba personas, productos agrícolas y mercancía. “Éste actuó como un poderoso reactivo que modificaba todo lo que tocaba: comercio, industria, finanzas, cultura, diversiones y, por supuesto, los usos y costumbres de hombres y mujeres. No es aventurado decir que el mundo llegó a Coahuila en vagones del ferrocarril. 17María Elena Santoscoy, Laura Gutiérrez, Martha Rodríguez et al. Breve historia de Coahuila. El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 227.

Sin lugar a duda, los rituales que seguían las parejas para conocerse, también se estaban transformando.

Cortejo y control patriarcal

Las cartas de Luisa y Jesús, como veremos, hacen evidente las formas aceptables de relación que prevalecieron entre las y los jóvenes de clases medias y altas durante el siglo XIX y hasta mediados del XX.  Los manuales de urbanidad y otros documentos de este periodo contribuyen a identificar las prescripciones que las mujeres debían atender para pertenecer a su medio social.

Tomamos dos consejos del famoso manual de Carreño que sugieren las posibles formas de relación que se imponían para tratarse entre los y las jóvenes. Uno de ellos decía: “Jamás deberá un caballero incorporarse con una señorita que no vaya acompañada de alguna persona respetable, a menos que sea un sujeto de avanzada edad, y que al mismo tiempo lleve relaciones de íntima amistad con su familia”, el otro señalaba: “Tampoco es lícito a un caballero, y mucho menos si es joven, el detenerse a conversar con una señorita o señora joven que se encuentre sola en su ventana,
por muy íntima que sea la amistad que con ella tenga” 18Manuel Antonio Carreño. Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos. Librería de Garnier Hermanos, París, 1885, p. 131.

El “Manual de Carreño”, se editó por primera vez en formato de libro en 1853, en Caracas, Venezuela

La historiadora Valentina Torres Septién señala que antes de 1880, en sociedades con muy poca urbanización, se facilitaba el control parental dentro y fuera del ámbito familiar, pero con el “…crecimiento de las ciudades [como era el caso de San Pedro] la sociedad restrictiva impuso otras formas de control sobre el comportamiento femenino. De ahí la necesidad de contar siempre con la compañía de otra persona de mayor jerarquía”. 19Valentina Torres Septién. “Manuales de conducta, urbanidad y buenas maneras durante el Porfiriato. Notas sobre el comportamiento femenino”. Modernidad, tradición y alteridad: la ciudad de México en el cambio de siglo (XIX-XX), México, UNAM, 2001, pp. 285-286

Este control incluía el desarrollo de ciertos atributos morales entre las mujeres que las mantenía en una posición de desventaja. Debían ser discretas, reservadas, tímidas, pudorosas y dependientes del varón, además de cualidades muy prácticas vinculadas a lo doméstico. La voz de ellas tenía menos peso que la de los varones y requerían de la autorización del “jefe de familia” para tomar decisiones, especialmente una tan importante como la elección matrimonial. 

Por otra parte, se esperaba que los varones tomaran la iniciativa en las relaciones con las mujeres, pero al mismo tiempo se les exigía que fueran muy cuidadosos para no extralimitarse, ya que las caricias y la sexualidad, por ejemplo, sólo podían desplegarse de manera abierta dentro del matrimonio, a riesgo de que la mujer perdiera el honor.  Debido a todos estos elementos, la etapa del cortejo era motivo de observancia continua y de una protocolización muy rigurosa.

Cuando Luisa y Jesús comenzaron a relacionarse en 1924, se notaba ya el impacto de corrientes diferentes, menos protocolares, para formar una pareja. La revolución mexicana originó cambios que se introdujeron paulatinamente en la vida privada. Diversos grupos feministas, sostenidos incluso por Venustiano Carranza, proponían el “amor libre” entre hombres y mujeres, entendido como la decisión de los jóvenes de constituir una pareja sin intromisiones. A esto precisamente alude don Liberato Chapa en una de sus cartas. Él no estaba de acuerdo con este “sistema moderno”, que ya circulaba en el ambiente.

En la época que nos ocupa, una relación amorosa comenzaba con el intercambio de miradas y sonrisas que indicaban a la virtual pareja si había posibilidad de aceptar la relación. Posteriormente, se enviaba una declaración amorosa, generalmente por carta. Este método de cortejo resultó muy interesante para la norteamericana Fanny Chambers, quien radicó en Saltillo en las últimas décadas del siglo XIX. Esta costumre fue relatada en su libro Face to face with mexicans, publicado en 1887: “A veces, una señorita se da cuenta del interés que siente un joven por ella, al ser seguida continuamente cuando camina por la calle. Con el paso del tiempo él escribe una carta que deja con el portero, y siempre es necesario despertar el interés de estos hombres mediante el otorgamiento de un poco de dinero. Ella no presta atención a sus primeras cartas, pero después de un tiempo quizás advierta sus avances”. 20Fanny Chambers Gooch. Face to Face with Mexicans. Fords, Howard & Hulbert, New York, 1887

Así comenzó Jesús su relación con Luisa, con una carta. Para entonces él tenía 29 años y ella 20. 21Cabe aclarar que se ha respetado la sintaxis y ortografía en todas las cartas

Las cartas entre Jesús y Luisa

Señorita:

Luisa Chapa: Muy atenta y distinguida dama:

Tal vez la vista de ésta carta en sus manos cause impreción a Ud. señorita? Por ser de la manera tan inoportuna como hago llegar a sus manos esta carta, pero suplico me dispensará el atrevimiento.

Como Ud. comprenderá en mi los deseos de saludarla siquiera, aun cuando no me lo es permitido, pero una fuerza mayor me obliga a declarar a Ud. un amor (…) y firme que le profeso hace tiempo, más cuando no sé si seré comprendido, pues yo desearía me permitiera explicarlo en términos más claros los deseos que tengo de saber una palabra de su voca, no se si al hacer esto me equivoque y balla a ofenderla, por dirigirme a Ud. en ésta forma, por lo que espero tener contestación a ésta carta que de Ud. depende mi felicidad y tal vez la suya.

Quien la ama ya:— Jesús.

Aunque no se menciona la forma “inoportuna” en la que Jesús hace llegar la carta a manos de Luisa, podríamos suponer dos posibilidades: un intermediario que se la lleva, al modo que define Fanny Chambers, o bien se la da en alguna ocasión en la vía pública, estando ella acompañada de algún familiar o chaperón.

En la segunda carta, Luisa le contesta brevemente a Jesús. El lenguaje amoroso era bastante sutil en la época. La mujer no podía expresar sus afectos de una manera franca, como queda patente en un fragmento de “El martirio de la mujer”, de 1880: “El amor, en fin, es otro germen de martirio para la mujer. Su natural rubor, sancionado por las buenas costumbres, pero exagerado a veces por la malicia y la intransigencia del mundo, la obliga a reprimir o disfrazar sus sentimientos: el decoro, que es su más valioso patrimonio, le impide dar el  primer paso en esa senda en la que encontraría su espontaneidad agudas espinas y fuertes reproches; y su dignidad le prohibe hacer ciertas insinuaciones que, aunque en consonancia con los deseos de su alma, empañarían su límpida pureza y su inestimable reputación que debe conservar inmaculadas”. 22“El martirio de la mujer” citado en Martha Eva Rocha. El álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexicanas. Volumen IV. El Porfiriato y la Revolución. INAH, México, 1991, p. 38.

Así, Luisa respondió de la siguiente manera:

Señor:

Jesús Sepúlveda.

Enterada de su carta de Ud. le dirijo esta para manifestarle que estoy muy agradecida de su solicitud pero no sabiendo yó la voluntad de mis padres nó puedo contestarle nada. Por tal motivo debe Ud. dirijirse a ellos que de ellos tendrá la contestación de mi voluntad…

Su S.S.    Luisa Chapa Elizondo.

Cuando Luisa dice “estoy muy agradecida de su solicitud”, quiere decir que profesa los mismos sentimientos que Jesús tiene hacia ella.  Sin embargo, debe seguir los lineamientos impuestos a las parejas: el pretendiente debe pedir al padre la oportunidad de relacionarse con Luisa.

La figura paterna, desde mediados del siglo XIX hasta muy entrado el XX, jugará el papel de máxima autoridad hacia el interior del grupo familiar, una dinámica radicalmente distinta a la del periodo colonial. Mientras que en el siglo XVIII el control de la vida íntima estaba expuesta y regulada por la comunidad a través de las instituciones eclesiásticas que reducían el poder de los padres hacia los hijos, la vida comunitaria fue replegándose durante el siglo XIX al grupo familiar, encapsulado en el hogar. 23En el libro Entre lo público y lo privado. La autoridad paterna en las relaciones de pareja durante la época colonial, estudié cuatro expedientes del Archivo Histórico Matheo y María de Parras, entre 1752 y 1800, en los que se abordan situaciones problemáticas de matrimonio para los padres de las jóvenes. Los tres más antiguos se resolvieron en favor de la pareja, el cuarto muestra ciertos elementos que se incorporaron en la época y que favorecieron la intromisión de los padres en las elecciones matrimoniales de los hijos. Universidad Iberoamericana, México, 1998. En éste, el mando estaba a cargo del padre (ya no de la Iglesia) y él establece todas las normas y reglas al interior. Entre la parentela, como en todos los demás órdenes sociales, se establece una jerarquización en la que el padre se encuentra en el vértice, seguido en ocasiones por los hijos varones mayores (antes que la madre), luego ésta y finalmente las hijas.  En este contexto, cualquier acontecimiento familiar tenía que ser aprobado por el padre. El matrimonio de las hijas e hijos no era una decisión propia, surgida del trato con alguna persona, sino una determinación atravesada por el patriarca.  Esto resulta evidente en la tercera y cuarta epístolas entre Jesús y Luisa:

Srita.

Luisa Chapa Elizondo.

Acabo de recibir su muy grata y cariñosa cartita, cosa que bastante satisfacción a producido en mi alma al tener la dicha de su merecida de su atención.

Pues me dice Ud. en su apreciable, que acoje con gusto mi solicitud de lo que le estoy muy agradecido pero yo desearía saber en que condiciones desea Ud. les comunique esto a sus estimados padres. Me dice que de ellos depende su voluntad, más no sé si solo sea para entablar relaciones con Ud. o en otra forma, porque mire Luisita, yo al dirigirme a Ud. es con la sana y firme intencion de hacerla feliz si corresponde a el amor que yo profeso a Ud. si unicamente lo que lamento es no tener la dicha de entrevistarme con Ud. pero espero tenga la bondad de decirme en que forma me es dable hacerlo sin lastimar en lo más mínimo el honor de su familia así es que quedo en espera de su contestación para proseguir mis intenciones esperando me sea mas franca.

Quien ama a Ud. ya.

Jesús M. Sepúlveda.

Jesús cita aquí un concepto muy importante con antecedentes coloniales: el honor, vinculado a las formas de comportamiento sexuales. Si éstas eran transgredidas por las mujeres, no sólo la afectaban a ella, sino a la probidad del grupo familiar. Por ello, era mal visto que una mujer se relacionara con algún varón sin hacer antes un compromiso serio, es decir, matrimonial, como lo expresa claramente Luisa en la siguiente carta:

Señor:

         Jesús M. Sepúlveda

En contestación de su apreciable carta de Ud. le dirijo la presente para manifestarle que no estando acostumbrados entre nuestras familias a hacer relaciones anticipadas de ninguna naturaleza, le habiso a Ud. para que cuando Ud. lo tenga habien y que desee tomar mi mano para esposa: Se dirija Ud. a mis padres en debida forma que de ellos tendrá la contestación según mi voluntad:

Por lo que le repito que esto ya valla hacer una realidad: por que antes de eso tengo la seguridad que ellos no admitirán relación ninguna entre yó y Ud y yó soy de de opinión de seguir las mismas costumbres de ellos….

Su S.S.

Luisa Chapa Elizondo.

Para interpretar la respuesta de Luisa, acudiremos al historiador Lawrence Stone quien describe cómo la sociedad ha desarrollado cuatro opciones básicas para lograr los acuerdos matrimoniales en términos de poder:  La primera es que la elección la hacen totalmente los padres, parientes y “amigos” de la familia, sin el consejo o consentimiento del novio o la novia.  La segunda opción es que la elección se hace como la anterior, pero se le concede al hijo el derecho de veto, que ejerce basándose en una o dos entrevistas formales que tienen lugar antes de que los padres y parientes hayan acordado la unión. Es un derecho que sólo puede ejercerse una o dos veces y tiende a concederse con más facilidad al novio que a la novia. El principio en que se basa esta concesión es que para mantener unido a un matrimonio es conveniente que exista compatibilidad mutua, y que ésta se desarrollará lentamente entre cualquier pareja que no muestre antipatía por el otro a primera vista.  Esta es una suposición razonable en una sociedad condescendiente.  La tercera opción, que se hizo necesaria al surgir el individualismo, es que la elección la hacen los hijos mismos, entendiendo que buscarán una familia de posición financiera y nivel de vida más o menos semejante a la suya, y los padres se reservan el derecho de veto. La cuarta opción, que surgió en el siglo XX es que los hijos hacen su propia elección y sólo informan a sus padres de ella. 24Stone, Lawrence. Familia, sexo y matrimonio en Inglaterra 1500-1800. Fondo de Cultura Económica, México, 1990, pp.149 y 150

Aunque Stone hace estos señalamientos para el caso inglés, corresponde plenamente con la respuesta de don Liberato Chapa, padre de Luisa, en dos de las cartas: “dar estado [de matrimonio] a nuestros hijos, no contrario a su voluntad”, pero… “en pleno acuerdo con nosotros”.

Aunque la pareja no parece haber cruzado palabra antes de estas cartas, precisamente por la carga parental, Jesús comenzó sus alegatos a favor de matrimoniarse con Luisa ante don Liberato.

El primer “trámite”: las cartas entre Jesús y don Liberato Chapa

San Pedro Coah. Diciembre 28 de 1924.-

Sr. Don Liberato Chapa: Presente:-

Muy respetable señor:

Como abrigo la conviccion de que los procedimientos secretos son, indignos de un hombre de carácter y pueden dar motivo de reproche para Ud. y su familia; yo me atrevo a confesar a Ud. por medio de ésta carta, mi amor a su hija Luisa y solicitar de Ud. respetuosamente el permiso de ofrecerle mi amor a la niña de Ud.

Además como mis intenciones sanas y firmes son, de llevar a cavo un proyecto que quizá de el dependa mi futura felicidad, he procurado proporcionarme lo suficiente para atreverme a solisitar la mano de la señorita.

Como yo tengo el honor de ser amigo del Sr. Macario Fuentes y familia que tal vez Ud. pueda conocer, ellos pueden informar a Ud. acerca de otros muchos pormenores que no es propio de mi hablar.

Yo tengo razones para suponer que no soy indiferente a su hija de Ud. mas no queriendo dar un paso que de alguna manera pueda contrarear los planes de Ud. me dirijo en ésta forma quedando de Ud. su humilde servidor.

Mi dirección: La Popular, Panadería San Pedro.

Jesús M. Sepúlveda.

Era muy importante, entre las parejas de clase media y alta, que el padre de la novia tuviera seguridad de que el futuro esposo se proveyera de los recursos suficientes para mantenerla, como se lo hace saber Jesús al Sr. Chapa, ya que a las mujeres se les educaba para atender las labores del hogar, no para ganar un sustento.  Esto, definitivamente, era una causa de gran preocupación.  Nuevamente, “El martirio de la mujer” es muy ilustrativo al respecto: “En efecto: si es hija de familia y es pobre, tiembla al prever el momento en que le falten sus padres, único amparo suyo en la tierra. Si es huérfana, aun cuando sea rica teme que desaparezcan en manos extrañas los bienes que ella no puede por sí misma administrar y cuidar. Si esposa, se estremece al considerar que el esposo puede dejar de existir dejándola en el abandono y rodeada de pequeñuelos (…) En todas situaciones, pues, la mujer contempla dudoso, oscuro y temible el porvenir”. 25Martha Eva Rocha. El álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexicanas. Volumen IV. El Porfiriato y la Revolución. INAH, México, 1991, p. 39

También contaban por supuesto las recomendaciones sobre el pretendiente acerca de su honorabilidad. Por ello Jesús pide a don Liberato que acuda con don Macario Fuentes, para quien posiblemente trabajaba o donde residía. Don Macario, cabe aclarar, era paisano de Jesús, y amigo de su padre, don Isaac, y ya tenía una reputación bien ganada en San Pedro. No se dejaba a las hijas, en manos de cualquier hombre, y los padres tenían que hacer averiguaciones previas antes de aprobar la relación.

C. San Pedro, Enero 3 de 1, 925.

Sr. Jesús M. Sepúlveda.

Precente.

Muy Sr. Mio

Impuesto de su carta de fecha del 28 del pdo manifiesto a Ud. le estimo su declaracion en la forma que lo hizo y digo a Ud que al ser en una forma efectiva, sabré cumplir con el deber que me incumbe como padre de familia. Por lo que debe Ud. ponerlo en conocimiento de sus papás para que ellos sean quienes se dirijan a mí en la forma que a ellos incumbe. Quienes tendrán la constestacion devida según el dictamen de mi hija en pleno acuerdo de nosotros. Ninguna otra forma podre aseptar, desde luego que el sistema moderno no es aprobado por nosotros. Además que vendría a contrariar las costumbres nuestras.

Su atto y S.S.

Liberato Chapa.

¿A qué se refiere Don Liberato con el sistema moderno?  Ya desde hacía varias décadas, algunas mujeres, incluso feministas, venían propugnando por la libre elección de pareja, sin la intervención paterna, que algunos denominaron “amor libre”.  La feminista Hermila Galindo expresó abiertamente su repudio a los matrimonios de “conveniencia” en un discurso que envió al Segundo Congreso Feminista de Yucatán en 1916: “…repruebo también que la mujer vaya a formar familia con un hombre a quien no quiere y a quien tal vez, odia, sólo porque así lo exigen las conveniencias, aunque semejante unión revista la forma de la ley, y aunque sea santificada con todas las bendiciones de la Iglesia. Sin amor, el matrimonio es un negocio, y sin él el hogar se convierte en un infierno, en lugar de ser el centro de todos los afectos íntimos en donde se cultiven las virtudes y en donde se forjen el alma y el temple de las generaciones del porvenir.  Y no se me diga que es esto proclamar el amor libre, porque el día que la mujer se encuentre frente al hombre, con los mismos derechos y prerrogativas, nuevas leyes indicarán los derechos y obligaciones de los interesados, y los mandamientos sociales no harían sino variar, adecuándose al medio…” 26Galindo, Hermila. Estudio de la señorita Hermila Galindo con motivo de los temas que han de absolverse en el Segundo Congreso Feminista de Yucatán. Imprenta del gobierno constitucionalista. México, 1916 en Lau, Ana y Ramos, Carmen. Mujeres y Revolución. 1900-1917. Secretaría de Gobernación/INEHRM/Conaculta/INAH, México, 1993

Pero en San Pedro todavía regían las reglas tradicionales para algunas familias, como la Chapa Elizondo, por lo que Jesús continuó con los rituales del cortejo para entablar una relación con Luisa:

El segundo y último trámite: la comunicación entre los padres

Para que una pareja de clase media o alta pudiera casarse, era necesario que los padres de ambos se comunicaran entre sí y establecieran el acuerdo final. Así, los padres de ambos tenían, literalmente, la última palabra:

Hcda “El Burro” Enero 5 de 1925.

Sr. Don

Liberato Chapa

San Pedro.

Muy estimado y respetable señor:-

Estoy enterado de su atta carta fecha 3 de Enero, y en vista de ella, debo decir a Ud. que:- en vista de no recidir aquí mis padres no han dado por el momento el paso que les corresponde, pero ya les comunico esto, para que en breves días se trate el asunto a que hacemos referencia:-

Quedando de Ud. su humilde servidor.

Jesús M. Sepúlveda.

La respuesta del padre de la novia fue la siguiente nota formal:

C. San Pedro Enero 25 de 1,925

Sr. Ysaac Sepúlveda y su señora Esposa

Estimados señores

Ympuesto detenidamente de su apreciable de fecha 5 del precente que me dirijió su hijo de usted y por lo que llo y usted emos hablado verbalmente sobre la onesta solicitud de Uds para su querido hijo Jesús Sepulveda para celebrar estado de matrimonio conllugal con nuestra hija Ma. Luisa Chapa Elizondo. Emos procurado cumplir con los deberes que nos corresponden a todos los padres de familia de dar estado a nuestros hijos no contrario a la voluntad, y nosotros como emos de tantos, la hemos puesto en el conocimiento de la solicitud espresada y su respuesta es que si. Que es su voluntad tomar estado de matrimonio con el Sr. Que la solisita lo que les contestamos por respuesta de su apreciable solisitud y sin mas. S attento y S.S.

Liberato Chapa.

Las cartas fueron resguardadas por la familia y sus descendientes por el desenlace feliz que tuvo esta historia. También una foto del matrimonio, que se llevaría a cabo tres meses después de este último “trámite”, en San Pedro, Coahuila.  La imagen los muestra un tanto serios e incluso con cierta distancia, como se acostumbraba.

Como dato curioso, al año siguiente se casaría Pedro Chapa, hermano de Luisa, con María Elvira Sepúlveda, hermana de Jesús, así que sus padres quedaron doblemente emparentados. La ceremonia de esta pareja se llevó a cabo en China, Nuevo León.

Don Liberato Chapa pronunció unas palabras el día de la boda de Luisa y Jesús, el 23 de abril de 1925, al terminar la ceremonia religiosa. Según información del fondo documental, el texto fue escrito por María Garza Garza, prima del novio.

A M A D O S    H I J O S:

Cábenos a nosotros como padres, la grata satisfacción de felicitaros, en los sublimes momentos en que la realidad, ha depositado a semejanza de néctar en lo íntimo de vuestros corazones: El Amor y la Felicidad que vuestra fantasía forjara no ha mucho en el dilatado sendero de la vida.

Y ahora sólo contempláis como contrastes hermosísimos, entretegidos en la caprichosa tela del ensueño que encierra entre las mallas de su engénita sutileza, la tierna y siempre dulce realidad.

Quiera el cielo, que desde hoy, Hijos míos, en nueva vida, resplandezca en vosotros, como ráfagas divinas, el cumplimiento de los mutuos deberes, y el tesoro acrisolado del amor y el sacrificio.

Vuestra dicha, no lo olvidéis, será la nuestra; por eso nos unimos a la tierna bendición, que acaba de daros el digno Ministro del Señor. Sí, que seáis felices, lo deseamos con todo el fervor de nuestros corazones, y como prueba de ello, aceptad nuestras felicitaciones y augurios, y nuestra más tierna y cariñosa bendición.

Referencias   [ + ]

1. Patricia Seed en Pilar Gonzalbo y Cecilia Rabell, La familia en el mundo iberoamericano, México, Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM, 1994, pp. xx
2. Freddy Andrés Ponce Valdivia y Bismarck Pinto. “Cortejo amoroso en un grupo de jóvenes varones de la ciudad de la Paz”. Ajayu vol.16, núm. 1, La Paz, marzo 2018, p. 128
3. Niklas Luhmann. El amor como pasión. Península, Barcelona, 1985, p. 10
4. Secretaría de Fomento, Colonización de Industria. Censo de 1900. Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1901, s/p
5. González Navarro, Moisés. “La vida social” en Cosío Villegas, Daniel (coordinador). Historia Moderna de México. El Porfiriato. Editorial Hermes, México, 1957, p.47
6. Se considera que San Pedro de las Colonias es una de las más antiguas poblaciones de la Región Laguna. El 20 de abril de 1873 se le concedió la categoría de Villa a esta colonia agrícola. Fue reubicada al sitio actual en 1874, para prevenir las inundaciones. Periódico Oficial del Estado de Coahuila, Tomo CXXIV, núm. 63, 8 de agosto de 2017
7. William K. Meyers. Forja del progreso, crisol de la revuelta. Gobierno del estado de Coahuila, INEHRM, Universidad Iberoamericana, Instituto Estatal de Documentación, México, 1996, pp. 121 y 122
8. Secretaría de Fomento, Colonización e Industria. Censo y división territorial del Estado de Nuevo León. Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1904, p.8
9. William K. Meyers, Op. Cit., p. 123
10. William K. Meyers, Op. Cit., p. 122
11. William K. Meyers. Op. Cit., p. 121
12. Mamie Charlton. La vida de Guillermo Purcell 1844-1909. CESHAC, México, 1997, p. 192
13. Secretaría de Fomento, Colonización e Industria. Censo y división territorial del Estado de Nuevo León. Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1904, p.8
14. Al menos son los identificados en actas del registro civil
15, 16. Secretaría de la Economía Nacional. V Censo de Población, 15 de mayo de 1930. Estado de Coahuila, p. 16
17. María Elena Santoscoy, Laura Gutiérrez, Martha Rodríguez et al. Breve historia de Coahuila. El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 227
18. Manuel Antonio Carreño. Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos. Librería de Garnier Hermanos, París, 1885, p. 131
19. Valentina Torres Septién. “Manuales de conducta, urbanidad y buenas maneras durante el Porfiriato. Notas sobre el comportamiento femenino”. Modernidad, tradición y alteridad: la ciudad de México en el cambio de siglo (XIX-XX), México, UNAM, 2001, pp. 285-286
20. Fanny Chambers Gooch. Face to Face with Mexicans. Fords, Howard & Hulbert, New York, 1887
21. Cabe aclarar que se ha respetado la sintaxis y ortografía en todas las cartas
22. “El martirio de la mujer” citado en Martha Eva Rocha. El álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexicanas. Volumen IV. El Porfiriato y la Revolución. INAH, México, 1991, p. 38
23. En el libro Entre lo público y lo privado. La autoridad paterna en las relaciones de pareja durante la época colonial, estudié cuatro expedientes del Archivo Histórico Matheo y María de Parras, entre 1752 y 1800, en los que se abordan situaciones problemáticas de matrimonio para los padres de las jóvenes. Los tres más antiguos se resolvieron en favor de la pareja, el cuarto muestra ciertos elementos que se incorporaron en la época y que favorecieron la intromisión de los padres en las elecciones matrimoniales de los hijos. Universidad Iberoamericana, México, 1998
24. Stone, Lawrence. Familia, sexo y matrimonio en Inglaterra 1500-1800. Fondo de Cultura Económica, México, 1990, pp.149 y 150
25. Martha Eva Rocha. El álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexicanas. Volumen IV. El Porfiriato y la Revolución. INAH, México, 1991, p. 39
26. Galindo, Hermila. Estudio de la señorita Hermila Galindo con motivo de los temas que han de absolverse en el Segundo Congreso Feminista de Yucatán. Imprenta del gobierno constitucionalista. México, 1916 en Lau, Ana y Ramos, Carmen. Mujeres y Revolución. 1900-1917. Secretaría de Gobernación/INEHRM/Conaculta/INAH, México, 1993
Laura Orellana Trinidad
Sobre el autor

Licenciada en Sociología, maestra en Historia y doctora en Historia por la Ibero Ciudad de México. Es directora de Investigación Institucional de la Ibero Torreón y coordinadora del Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza, SJ. de la misma universidad.

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