La tesis profesional

La tesis: una compleja concreción educativa  

Tesis de 75 páginas presentada por Manuel María de la Garza en 1887 para titularse como médico cirujano y partero. 1 National Library of Medicine. Digital Collections.

La tesis es un documento escrito, que la mayoría de las universidades mexicanas solía ofrecer a sus estudiantes como única opción para obtener el título profesional al terminar la etapa universitaria. Era un requisito que ponía a prueba los conocimientos adquiridos y las habilidades de investigación de los estudiantes en el tratamiento y argumentación de un tema o problema de estudio. El documento final se presentaba ante un grupo de sinodales, expertos en el tema, quienes después de una presentación oral examinaban al o a la sustentante, y decidían si se mostraba aptitudes para obtener el grado. El título era un aval que proporcionaba la universidad para ingresar al campo profesional.

El hecho de que la tesis se haya normalizado entre las instituciones de educación superior durante el siglo XX, la dota de relevancia para la historia de la educación y las profesiones.

En este trabajo impreso -que podía ir de las  25 a las 100 cuartillas, dependiendo de la época- se pueden apreciar las visiones educativas y de la ciencia; las normativas impuestas por las universidades y el Estado para ejercer las profesiones; las teorías, metodologías y técnicas de una disciplina que predominaron en determinados periodos; los temas que interesaban a la plantilla de académicos, así como los criterios administrativos que se traducen en requisitos para realizar y presentar la tesis, entre muchos otros elementos. Las tesis universitarias -en ocasiones- constituían la única literatura científica en poblaciones sin centros de investigación, ya que “…presentan una combinación única de la información disponible y la habilidad, experiencia, capacidad de expresión y síntesis del sustentante”. 2Carlos E. Medina y Armando Hugo Ortiz. “Tesis del siglo XIX. Primeros egresados de la Escuela de Medicina de Nuevo León”. Medicina Universitaria, vol. 10, núm. 39, 2008, p. 121. Las tesis de un periodo mostrarán rasgos comunes, pues los estudiantes deben realizar los ajustes que les son solicitados por sus sinodales para ser aprobados. Resulta importante, al utilizar esta fuente, consultar varias de la misma época para encontrar los atributos generales que las caracterizan.

Siglo XIX: la tesis para evaluar al futuro profesionista

Algunos estudios sugieren que la tesis, como forma de titulación, surgió en México con el Plan General de Estudios aprobado por el presidente Antonio López de Santa Anna el 19 de diciembre de 1854. 3Clementina Díaz y de Ovando. Ceremonias de la reinstalación de la Nacional y Pontificia Universidad de México (1854-1855). Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina, vol. 4, núm. 2, 2001. Este plan es calificado de “contemporáneo”, pues ahí quedaron asentados los niveles jerarquizados y escolarizados que hoy conocemos: instrucción primaria; instrucción secundaria o preparatoria; instrucción superior de facultades, y estudios especiales. 4Teodosio Lares, en Armando Pavón-Romero, Yolanda Blasco-Gil y Luis-Enrique Aragón-Mijangos. “Cambio académico. Los grados universitarios. De la escolástica a los primeros ensayos decimonónicos”. Revista Iberoamericana de Educación Superior, vol. IV, núm. 11, 2013, pp. 74 y 75.  Esta nueva forma de organización educativa trajo muchas novedades con respecto al novohispano. 5Pavón, Blasco y Aragón analizan los sentidos con que se utilizaban los grados en el modelo medieval europeo -y su traducción al modelo novohispano en el caso mexicano- y la manera en que durante el siglo XIX experimentaron transformaciones de su concepción original. Afirman que, en el periodo novohispano, los grados se obtenían para ejercer la docencia -la actividad profesional era sancionada fuera de la universidad- por lo cual se evaluaban las formas y la capacidad de enseñanza. Plantean que el giro fundamental de la universidad, en el siglo XIX, es que ésta comenzó a evaluar los conocimientos y a encargarse de certificar a los egresados que ejercerían como profesionales. Ibidem, pp. 61-81.. Entre otras, incorporó un capítulo para normar las pruebas que debían presentarse para la obtención de cada uno de los grados. Para el de doctor, se solicitaba una “memoria original e inédita sobre algún punto que importe algún adelanto de la ciencia” en las áreas de corte científico como las ciencias fisicomatemáticas, ciencias naturales, medicina y farmacia. 6Ibidem, p. 78.

Un trabajo sobre los primeros egresados de la Escuela de Medicina de Nuevo León (1857-1878) revela el antiguo camino en que los médicos ingresaban al terreno profesional: la universidad no era la institución que sancionaba el acceso al ejercicio de la profesión, sino un órgano regulador de la salud, en este caso, el Consejo de Salubridad, que tenía entre sus atribuciones ““Examinar a los que teniendo las calidades que señala esta ley, pretendan ejercer la medicina…” 7Carlos E. Medina y Armando Hugo Ortiz, Op. Cit, p. 120. Este consejo proporcionaba al sustentante el tema de su disertación 48 horas antes del examen, 8Ibidem y para su preparación el estudiante podía utilizar la colección de libros de sus profesores. Luego proseguía el ritual:

El examen profesional se desarrollaba en dos días: en el primero, de cuatro a seis de la tarde, se hacía la lectura de la disertación y el interrogatorio; en el segundo, de siete a nueve de la mañana, se revisaban tres o cuatro enfermos en el Hospital Civil y después se efectuaba un interrogatorio sobre el diagnóstico, pronóstico y tratamiento respectivo. Todo sustentante debía ser aprobado por unanimidad en votación secreta. 9Ibidem.

En esta época, los graduados de Medicina, en Monterrey, escribían una tesis de 12 hojas en promedio, tamaño oficio. Al inicio del trabajo aparecen ciertos protocolos que se repiten en todas, como pedir disculpas por los errores que los lectores encontrarán en su desarrollo y la probable pobreza del trabajo.

Finales del siglo XX: la titulación en crisis

La UNAM publicó en 2011 un libro con las 10 formas distintas de titulación que preveía la UNAM, entre ellas la tesis.

La tesis se instituyó de manera formal en el siglo XX en prácticamente todas las licenciaturas, como una forma de valorar la capacidad para ejercer una carrera, pero la falta de titulados, a principios de los años setenta, comenzó a generar preocupación. Entre 1959 y 1983 sólo concluyó los estudios el 48.5% del total de los ingresantes en la UNAM (540, 013 alumnos) y se tituló el 27.5% de ellos (149, 823 estudiantes) 10Jorge Carpizo, citado en Ma. Nora Marisa López Bedoya, Benjamín Salvo Aguilera, Guadalupe García Castro. “Consideraciones en torno a la titulación en las Instituciones de Educación Superior”. Revista de la Educación Superior, vol. 18, núm. 69, enero – marzo de 1989, p. 1. Esta inquietud educativa derivó -varias décadas después- en la aprobación de 10 opciones de titulación por el consejo universitario de la UNAM; 11Cfr. Secretaría General/Dirección General de administración escolar UNAM. Opciones de titulación en la UNAM. Cuadernos básicos de administración escolar 04, México, D.F, febrero de 2011. algunas de éstas ya las ofrecían algunas universidades privadas. La tesis pasó a ser sólo una posibilidad entre otras para obtener el grado, ya que también se podía presentar un examen general de conocimientos, cursar créditos de posgrado, hacer una memoria del servicio social, etc. En 2011, la UNAM publicó un documento en el que integró todas las opciones autorizadas por las facultades y escuelas de todos sus campus para difundirlas entre sus estudiantes “…a fin de motivarlos a realizar las acciones encaminadas a la obtención de un Título Universitario”. 12Ibidem, p. 7. En este documento se reitera que la obtención de un título es un acontecimiento importante para el alumno o la alumna, así como para la sociedad, pues en ellas los universitarios investigan los problemas sociales del país.   

Siglo XXI: ¿desaparición de la tesis profesional?

Es posible que -a dos décadas del inicio del siglo XXI- nos encontremos ante la inminente desaparición de esta opción de titulación en el grado de licenciatura, pues ya algunas universidades mexicanas aplican la Titulación Cero. Ésta consiste en que el estudiante puede obtener su título al cubrir los requisitos de la carrera, sin tener la necesidad de realizar un trabajo escrito o examen profesional. 13Ivonne Vargas Hernández. “Consigue tu título de una vez por todas”. Expansión, 17 de noviembre de 2009.

Aun en el caso del posgrado, la baja eficiencia terminal es la principal problemática que se reporta en este nivel, según un diagnóstico elaborado en 2014 por el Consejo Mexicano de Estudios de Posgrado (COMEPO), con apoyo del CONACYT. Para que esta opción de titulación sobreviva en este nivel educativo, según dicho estudio, requiere de acciones mejor coordinadas, como tutorías, estímulos para obtener el grado, limitación de tiempos de titulación, formación de directores y asesores de tesis, definición de perfiles de ingreso, etc. 14Cfr. Marcial Bonilla Marín (coordinador). Diagnóstico del Posgrado en México. COMEPO, México, 2015

Como puede observarse, esta fuente documental permanece, pero con grandes transformaciones. Seguramente seremos testigos, en las próximas décadas, de lo que le depare a esta opción de titulación en las universidades mexicanas.

Referencias   [ + ]

1. National Library of Medicine. Digital Collections.
2. Carlos E. Medina y Armando Hugo Ortiz. “Tesis del siglo XIX. Primeros egresados de la Escuela de Medicina de Nuevo León”. Medicina Universitaria, vol. 10, núm. 39, 2008, p. 121.
3. Clementina Díaz y de Ovando. Ceremonias de la reinstalación de la Nacional y Pontificia Universidad de México (1854-1855). Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina, vol. 4, núm. 2, 2001.
4. Teodosio Lares, en Armando Pavón-Romero, Yolanda Blasco-Gil y Luis-Enrique Aragón-Mijangos. “Cambio académico. Los grados universitarios. De la escolástica a los primeros ensayos decimonónicos”. Revista Iberoamericana de Educación Superior, vol. IV, núm. 11, 2013, pp. 74 y 75.
5. Pavón, Blasco y Aragón analizan los sentidos con que se utilizaban los grados en el modelo medieval europeo -y su traducción al modelo novohispano en el caso mexicano- y la manera en que durante el siglo XIX experimentaron transformaciones de su concepción original. Afirman que, en el periodo novohispano, los grados se obtenían para ejercer la docencia -la actividad profesional era sancionada fuera de la universidad- por lo cual se evaluaban las formas y la capacidad de enseñanza. Plantean que el giro fundamental de la universidad, en el siglo XIX, es que ésta comenzó a evaluar los conocimientos y a encargarse de certificar a los egresados que ejercerían como profesionales. Ibidem, pp. 61-81.
6. Ibidem, p. 78.
7. Carlos E. Medina y Armando Hugo Ortiz, Op. Cit, p. 120.
8. Ibidem
9. Ibidem.
10. Jorge Carpizo, citado en Ma. Nora Marisa López Bedoya, Benjamín Salvo Aguilera, Guadalupe García Castro. “Consideraciones en torno a la titulación en las Instituciones de Educación Superior”. Revista de la Educación Superior, vol. 18, núm. 69, enero – marzo de 1989, p. 1.
11. Cfr. Secretaría General/Dirección General de administración escolar UNAM. Opciones de titulación en la UNAM. Cuadernos básicos de administración escolar 04, México, D.F, febrero de 2011.
12. Ibidem, p. 7.
13. Ivonne Vargas Hernández. “Consigue tu título de una vez por todas”. Expansión, 17 de noviembre de 2009.
14. Cfr. Marcial Bonilla Marín (coordinador). Diagnóstico del Posgrado en México. COMEPO, México, 2015
Laura Orellana Trinidad
Sobre el autor

Licenciada en Sociología, maestra en Historia y doctora en Historia por la Ibero Ciudad de México. Es directora de Investigación Institucional de la Ibero Torreón y coordinadora del Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza, SJ. de la misma universidad.

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